Poleá, vídeoreceta

La poleá es una receta muy antigua que en mi casa se suele hacer siempre en ocasiones donde la familia se reúne y queremos disfrutar de una gran merienda.

La polea es también conocida como espoleá o como gachas dulces y no deja de ser una crema espesa a base de harina y leche aromatizada con anís en grano y adornada con coscorrones de pan frito y canela molida.

Una receta que cabe perfectamente en esta semana de Semana Santa y que resulta una merienda copiosa por ser una receta que es bastante pesada pero a su vez es una receta muy rica y que recomiendo que la hagáis. 

Ingredientes para la receta de la poleá (4 personas )

• 1 bollo de pan blanco del día anterior mas aceite para freír los coscorrones
• 4 vasos de leche
• 4 cucharadas de azúcar
• 4 cucharadas de harina de trigo
• 1 vaso de aceite de oliva virgen extra
• 1 cucharada de anís en grano
• 1 rama de canela 
• 1 corteza de limón
• Canela molida

Preparación de la poleá

• Cortamos el pan en pequeños cuadrados.
• Freímos el pan en abundante aceite, escurrimos y reservamos.
• Ponemos en una sartén ponemos el aceite, la canela en rama y la corteza del limón. Agregamos también el anís en grano y dejamos que se fría todo.
• Ponemos en una cazuela la leche y pasamos el aceite de la sartén colado. Dejamos que caiga unas cuantas de mijitas del anís frito. ponemos al fuego medio y ligamos.
• Agregamos el azúcar y ligamos.
• A continuación ponemos la harina y ligamos también, si tamizamos la harina será mucho mas cómodo ligar.
• No dejamos de remover hasta que espese.
• Cuando esté bien ligado y espeso, probamos y rectificamos de azúcar. Hay quien le gusta poner al final un chorrito de leche condensada.
• Repartimos entre los platos.
• Decoramos con los coscorrones de pan frito y la canela molida.
• Lista nuestra poleá.

Plato que me trae muchos y grandes recuerdos familiares. Yo hacía mucho tiempo que no hacía esta receta porque como he dicho, me traía muchos recuerdos y sobre todo recuerdos de quienes ya no están con nosotros. A mi padre le encantaba y mi madre la hacía mucho sobre todo para complacerlo a él. Hacer una poleá y no disfrutarla con él se me hace aún muy difícil pero al menos ya me animo y la hago de vez en cuando. Y bien digo de vez en cuando porque no es una receta de  la que podamos abusar pero que sin duda os recomiendo porque os encantará.