Cuando viajas por primera vez a Italia, sueles tener algo que llama la atención. En casi todos los bares, se toma un café muy bueno. Marcas como Illy, Lavazza o Segafredo son autéticos expertos en café. Perfecto para desayunar, terminar una buena comida o por qué no, hacer un buen postre.
Viajar a Italia es descubrir una nueva manera de entender el café italiano. No hablamos solo del sabor –que es espectacular–, sino de toda una cultura construida en torno a una pequeña taza que se bebe de pie, en cuestión de segundos, y que puede convertirse en el mejor momento del día.
En casi cualquier esquina encontrarás un “bar”. No esperes sofás, música chill y Wi-Fi gratis. Aquí no has venido a pasar la tarde, has venido a tomar un café como lo hacen los italianos: rápido, directo, auténtico. Pides tu “caffè” y lo que te sirven es un espresso: intenso, aromático y cargado de carácter. Nada de tazas grandes ni leche de avena. Aquí lo que manda es la tradición y la calidad. Marcas como Illy, Lavazza o Segafredo llevan décadas perfeccionando este arte.
Lo sorprendente es que este ritual ocurre constantemente. Desde primera hora de la mañana hasta la noche, la gente entra y sale de los bares para tomarse su dosis de energía. El café en Italia no es solo un chute de cafeína, es una pausa, una excusa para ver a un amigo, un momento de respiro entre reuniones o simplemente un detalle amable cuando alguien te visita.
Y ojo, si vienes con mentalidad de turista y te sientas en una mesa esperando que te atiendan, puedes acabar pagando el doble por el mismo café. El secreto está en hacer como los locales: entras, saludas con un “ciao” o un “buongiorno”, pides, bebes y pagas en barra. Así de simple. Así de genial.
Hay opciones para todos los gustos, pero hay que saber pedir. Si lo tuyo es el café más suave y largo, pide un “americano”. ¿Prefieres algo con leche? Un “macchiato” o un “cappuccino”, pero recuerda que este último es solo para las mañanas. Después de comer, lo que se lleva es el espresso para ayudar a digerir, o un “decaffeinato” si quieres dormir tranquilo.
Lo que nunca verás es una cafetera encendida todo el día soltando litros y litros de café. Cada taza se prepara al momento. Eso es parte del encanto.
En resumen: en Italia, el café no es una bebida, es una declaración de intenciones. Una forma de vida. Y cuando pruebas uno de verdad, te das cuenta de que Starbucks ya no te emociona tanto.
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